Continúa la aventura interdimensional de Lucile Hewitt y su padre John.
Capitulo III
Sin poder controlar mis nervios me aleje de ahí. Si esto era una muestra de como eran los habitantes de la cuarta dimensión tenía que encontrar a mi padre de inmediato para llevarlo de vuelta a nuestro propio mundo.
Seguí caminando y preguntándome donde podría encontrarlo. De repente, una rama crujió en los arbustos junto a mí. Miré a mi alrededor en señal de alarma. ¿Alguien me estaba siguiendo? Con pasos ligeros me escabullí en los arboles. Un enorme búho alzo vuelo a mis espaldas y entonces escuché el repiqueteo de un pesado cuerpo moviéndose con rapidez.
¡Fiiu! Algo voló sobre mi cabeza y pude ver horrorizada como una especie de flecha de apariencia muy extraña se enterraba en la tierra blanca a centímetros de mí. Corrí por el sendero hasta que terminaba abruptamente en un ancho desfiladero que me resultó imposible siquiera considerar saltarlo. Me detuve en seco. Mi mano bajo rápidamente para tomar el arma automática que olvidé que llevaba pero fue demasiado tarde. Mi perseguidor ya estaba junto a mí y antes que pudiera sacar el arma sus garras me apresaron y pude ver sus pequeños ojos muy de cerca esta vez.
Me levantó y me arrojó sobre su hombro como un saco de harina, soltó un aullido de triunfo y corrió velozmente entre los arboles. No duré mucho tiempo consciente, ya que escuchar ese aullido tan de cerca me hizo desmayar.
Cuando volví en sí, estaba tirada en el suelo y rodeada por esas asquerosas criaturas. Ninguno me tocaba pero todos me miraban con curiosidad, farfullando en tonos guturales. Evidentemente nunca habían visto algo como yo.
Me senté y se movieron como sobresaltados. Ninguno me molesto y me quede ahí sentada durante un buen tiempo, rodeada por una curiosa audiencia. Tenía hambre pero ninguno parecía tener intenciones de ofrecerme comida. Finalmente encendí un cigarrillo. Si se habían sobresaltado cuando me senté, cuando vieron la pequeña llama y el humo los invadió el pánico. Salieron corriendo en todas direcciones y se quedaron a mirarme desde una distancia considerable.
Eventualmente un grupo de criaturas se me acercó, armada con arcos y flechas. El líder valientemente me indicó que bajara mi arma. Ignoré su orden y con tranquilidad exhalé una nube de humo en su dirección. De inmediato una lluvia de flechas cayeron silbando a mi alrededor. No tenían intenciones de herirme, era solo una advertencia para que obedeciera. Algo que por prudencia termine haciendo. Después de esa interacción me dejaron sola así que empece a deambular por las proximidades, con un grupo de criaturas siguiéndome a una distancia prudente.
Mire por todas partes y no pude ver señales de papá. Determinada, intenté obtener información de estas personas, me acerqué al líder y con una variedad de señas intenté preguntar si había visto a otra criatura como yo en su territorio.
Al principio me miró como quien no entiende nada pero entonces sus ojos de puerco se encendieron e hizo señas para que le siguiera. Lo seguí con el corazón el boca. Quizás tenían a papá escondido en algún lugar apartado de este bosque. Con seguridad podía decir que no eran ellos los que mandaban mensajes a papá. Eran apenas salvajes.
Mi guía me llevo a través de un matorral donde seguimos un angosto sendero a través de un pastizal carmesí hasta que llegamos a un claro. Ahí encontramos una aeronave de un diseño muy peculiar y junto a ella, una mujer. ¡Y que mujer! Era tan alta como la criatura a mi lado y de proporciones magnificas. Tenía cabello corto, negro y rizado. Su rostro era hermoso pero sus rasgos tenían un aspecto sombrío.
Un flecha había perforado su corazón y su vestimenta, una túnica azul de una sola pieza, estaba completamente teñida de sangre. Estaba muerta pero mi corazón se sintió aliviado al verla junto a su aeronave. Estas bestias salvajes no eran los únicos habitantes de este lugar.
Alejé la vista de la mujer muerta y me concentré en la aeronave. Era de las que tienen la cabina cubierta. Nunca había visto una como esa y me moría de ganas de subirme y probar esos extraños controles que podía ver a través del vidrio de la cabina.
Haciendo señas pedí permiso para subirme e investigar la maquina. Pero mi guía, se posiciono rápidamente entre el vehículo y yo y me indicó que me alejara.
Deslice mi mano hacia mi cinturón y con mucho cuidado tomé la culata de mi arma, ya que mis captores sin saber que era no se habían molestado en quitármela.
Desenfundé rápidamente y le disparé a quemarropa a la criatura en la pierna. Dejo escapar un terrible alarido. Entre el sonido del disparo y el estruendoso alarido, la manada entera estaría ahí muy pronto. Abrí la escotilla y me subí rápidamente al vehículo.
-¡Oh Dios, funciona por favor!-dije mientras jalaba de una palanca. Con un movimiento tan inesperado que me dejo sin aliento la aeronave se elevó verticalmente a toda velocidad. Al recuperarme maniobré la palanca hacia atrás hasta la primera posición y dejo de ascender para empezar a avanzar. ¡No sabía a donde estaba yendo pero por lo menos me había puesto en marcha!
Volé en linea recta esperando ver aunque sea una señal de civilización, pero kilómetro tras kilómetro lo único que veía era el sol rojo sobre mí y el bosque carmesí debajo.
De repente, tres pequeños bulbos en el frente de la cabina se encendieron, el vehículo viró bruscamente en angulo recto hacia mi derecha. Me asusté, había perdido el control, el vehículo actuaba ahora por voluntad propia y había trazado una nueva dirección a una velocidad sorprendente.
A la distancia pude divisar una pequeña mancha que se hizo cada vez mas grande a medida que avanzaba hacia ella hasta que adquirió dimensiones descomunales. Iba directo hacia ese lugar y no había nada que pudiera hacer para desviar el vehículo.
De repente, la velocidad disminuyo drásticamente hasta que termino planeando y aterrizando magistralmente sobre lo que parecía ser una montaña de cima chata. La aeronave se detuvo con una sacudida apenas perceptible y los bulbos se apagaron.
¡Control remoto! Había sido llevada hasta ese lugar por una fuerza desconocida. Quien sea que haya sido, ¿sabría que venía y me ayudo a llegar? ¿o había atravesado accidentalmente por su campo de control? De cualquier manera debería haber alguna señal de presencia humana. Pero lo único que veía desde la ventana de la cabina era la cima de la montaña o mejor dicho, una meseta.
En el preciso momento en que me preguntaba qué debía hacer, alguien me trajo a esta montaña. ¿Qué sigue ahora? Me pregunté atemorizada. La aeronave se detuvo y asombrada descubrí que estaba alineada junto a muchas otras aeronaves iguales.
Abrí la escotilla y salí a lo que debía ser un gigantesco hangar. Entonces escuché un tenue zumbido y miré hacia arriba justo cuando el techo se abría y otro auto volador aterrizaba suavemente. Mi vehículo y los demás se movían silenciosamente a un lado para dejar lugar y que otras maquinas pudieran aterrizar.
La puerta de ese vehículo se abrió y de ella salió una mujer casi idéntica a la mujer muerta que vi en el bosque carmesí. Me miro sorprendida por unos segundos y luego levantó una mano con la palma abierta en lo que interprete era una especie de saludo. Con la misma solemnidad le devolví el saludo y la mujer sonrió y habló en una lengua extraña.
Le respondí en mi propio idioma. Y aunque ninguna de las dos entendió lo que la otra decía nos reímos simultáneamente, entrelazo su brazo con el mío de forma amistosa y me guió hacia un muro cercano. Había un hilera de botones embutidos a un lado y ella presionó uno, un click y una abertura apareció frente a ella. Esperaba entrar en alguna especie de elevador pero no había nada ahí excepto un espacio iluminado.
Con serias dudas, deje que mi compañera me guiara al espacio donde nos sumergimos suavemente en el vacío. En un momento el descenso se ralentizó hasta detenerse y otra abertura apareció frente a nosotras. Por lo que pude deducir estábamos dos pisos abajo del hangar.
Un largo corredor con muchas puertas en forma de arcos nos dio la bienvenida. Pasamos delante de varias rápidamente y entramos en una. No sabía que esperar en ese preciso momento, supuse que alguna especie de escenario surrealista, pero en su lugar encontré una especie de oficina, donde muchas mujeres estaban ocupadas operando máquinas de aspecto muy peculiar. Me recordaron a las electromecanografas de mi mundo.
Atravesamos el salón y entramos a una oficina privada donde mi acompañante me indicó que tomara asiento. Presionó un botón en su escritorio y otra mujer de la oficina externa trajo un objeto muy similar a un casco de fútbol americano pero con muchos mas cables.
Siguiendo el ejemplo de mi compañera me puse el casco, ella sonrió y habló, y para mi sorpresa pude entender cada palabra.
-Bienvenida, Visitante, a la Ciudad Cuarenta y Tres del Segundo Plano Evolutivo. Yo soy Mavia, jefa de gestiones de esta ciudad, y en nombre de mis camaradas gobernantes quiero darte la bienvenida y poner nuestra voluntad y nuestra ciudad a tu servicio.
Respondí un poco dubitativa.
-Gracias. Me siento muy extraña. Soy Lucile y he venido desde la tercera dimensión en busca de mi padre.
-Guau, ¿de la tercera dimensión dices? ¿en serio? No tenía idea que los seres de la tercera dimensión habían evolucionado al punto de dominar el viaje interdimensional. ¿Mencionaste algo sobre otra persona de tu mundo en este plano?
-Si, mi padre. Estuvo recibiendo ondas de luz desde este mundo así que utilizó una máquina de su propia invención para venir hasta aquí. Me preocupé por él así que lo seguí. ¿lo has visto?
-No, lamento decirte que no lo he visto. Ni ha sido visto en alguna de las otras ciudades de la Segunda Evolución de lo contrario lo habrían reportado.
Mi corazón se sobresaltó. Pobre papá, ¿dónde podrá estar? Mavia siguió hablando.
-¿Dices que recibía mensajes por ondas de luz? Creo que puedo explicar eso. Pero primero, déjame contarte sobre nosotras.
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