Varney El vampiro- Festín de sangre.

 Después de casi dos meses sin subir nada, hemos regresado. Sabrán disculpar las ausencias en estos tiempos tan desafortunados que nos ha tocado vivir. En fin, sin mas, sigo con los relatos resubidos. Un pennydreadful, una criatura esencial de la literatura del horror en una de sus primeras encarnaciones. Décadas antes de que el Dracula de Bram Stoker viera la luz (la luz de la luna, claro), este personaje cobraba vida en las revistillas de venta callejera en el Reino Unido del siglo XIX. Que lo disfruten. 



Por James Malcom Rymer
Traducido por Ema U.

Capitulo I

Medianoche- Una tormenta de granizo- Un espantoso visitante-El vampiro.

La solemne tonada del reloj de una antigua catedral ha anunciado la medianoche, el aire se siente espeso y pesado, una quietud extraña y sepulcral impregna la naturaleza. Como una amenazante calma que precede a un terrible exabrupto de los elementos. Los elementos, que hoy parecían estar conteniendo sus fluctuaciones ordinarias para juntar la energía suficiente para hacer este gran esfuerzo. El tenue repique de un trueno llega desde lejos. Como si este hubiese actuado como una señal de partida, la batalla de vientos comenzó, parecían haberse despertado de un largo letargo. Un impresionante y terrible huracán arrasó una ciudad entera, hizo mas daño en los cuatro o cinco minutos que duró que lo que hubiese hecho un temporal normal en medio siglo.

Parecía como si un gigante hubiese soplado un poblado de juguete y desperdigado muchos de los edificios antes de lanzar una ráfaga caliente de su terrible aliento; ya que apenas paso esa ráfaga de viento, se detuvo por completo y todo volvió a estar en calma como antes.

Quienes dormían despertaron y pensaron que lo que habían oído debía haber sido parte de sus sueños. Se estremecieron y volvieron a dormirse.

Todo está en calma, pero es una calma sepulcral. Ni un sonido rompía la magia de este reposo. ¿Qué es ese extraño sonido, como un tamborileo, como un millón de pisadas de hada? Es granizo, si, una tormenta de granizo está cayendo sobre la ciudad. Las hojas arrancadas de los arboles, se mezclan con las ramas, las ventanas dispuestas en la dirección opuesta a la furia de las partículas de hielo estallaron en pedazos, el extasiado reposo que resaltaba segundos antes por su intensidad cambió rápidamente a un sonido, que se fue acumulando, y opacó todo  grito de sorpresa o consternación de todas esas personas cuyo hogar fue invadido por la tormenta. 

Por momentos, ráfagas de viento con la fuerza suficiente, soplan desde ambos lados y mantienen suspendidos en el aire a cientos de piedras de granizo que posteriormente arrojan despiadadamente con el doble de fuerza en otra dirección totalmente distinta. Donde sea que puedan hacer mas daño.

¡Que tormenta tan terrible! Granizo, lluvia y viento. Fue realmente una noche espantosa.

*

Existe una antigua recámara en un antigua casa. Pintorescos y curiosos tallados adornan sus muros. Un hermosa y gigantesca chimenea completa el panorama. El cielorraso es bajo y un enorme ventanal desde el piso al techo que mira hacia el oeste. El ventanal está dividida en mosaicos y el cristal pintado con curiosos diseños, este proyecta una luz extraña pero hermosa cuando el sol o la luna iluminan el ambiente. Hay solo un retrato en la habitación, aunque las paredes parecen estar dispuestas con el expreso propósito de exhibir una serie de cuadros. El retrato es el de un hombre joven, con el rostro pálido, con un semblante majestuoso y una extraña expresión en los ojos, una que nadie se molesta en mirar dos veces.

En esa recámara hay una majestuosa cama, hecha de madera de nogal, con un sofisticado diseño y una elaborada ejecución, una de esas obras de arte que nos dejó la era Isabelina. De ella colgaban pesadas telas de seda y damasco. Con plumas colgando en las esquinas, cubiertas de polvo como estaban, le daban un aspecto fúnebre a la habitación. El piso es de roble pulido.

¡Dios! ¡Como resuenan las piedras de granizo contra ese ventanal! Como una ocasional descarga de mosquetes, el choque, el golpeteo, y el crujir de los paneles, pero estos resisten, su reducido tamaño los ha salvado. El viento, el granizo, la lluvia, han agotado su furia en vano.

La cama de esa antigua recámara está ocupada. Una criatura, adorable por donde se la vea yace medio dormida en ese ancestral aposento. Una mujer joven tan bella como el rocío de la mañana. Su largo cabello ha escapado de su confinamiento y se esparce sobre las ennegrecidas frazadas de la cama; algo perturba sus sueños, la ropa de cama se ve enmarañada. Un brazo descansa sobre su cabeza y el otro cuelga a un lado de la cama. Su cuello y su pecho, que parecen salidos del taller del mas talentoso escultor que la Providencia tiene para ofrecer, estaban parcialmente expuestos. Gimió suavemente entre dormida, sus labios se movieron una o dos veces como si estuviera orando, o uno podría asumir que estaba orando ya que el nombre de aquel que sufrió por todos salió tenuamente de sus labios.

Está extremadamente agotada, y la tormenta no la ha despertado; pero si perturba sus sueños, ya que no está completamente en control de ellos. La exaltación de los elementos despierta los sentidos, aunque no puede sacudir el embotamiento en el que han caído.

Oh, un mundo de hechicería escapa de su boca, ligeramente abierta, exhibe sus dientes perlados que resplandecen aun con la tenue luz que entra por el ventanal. Qué decir de la dulzura de sus largas pestañas sobre sus mejillas. Se mueve, y ahora uno de sus hombros queda al descubierto.  Mas blanca y clara que la inmaculada sabana sobre la cual yace acostada, es la suave piel de esa pálida criatura, de femineidad incipiente y es durante esa transición que presenta estos encantos de mujer, poco mas que una niña, su belleza y gentileza maduran con los años.

¿Eso fue un rayo? Si, un aterrador resplandor seguido por el ensordecedor rugido de un trueno, ¡como si cientos de montañas rodaran la una sobre otra en la bóveda celeste del Cielo! ¿Quién puede dormir en ese momento en esa antigua ciudad? Ni una sola alma. Las siniestras trompetas de la eternidad eran extremadamente efectivas para despertar a todo el mundo.

El granizo continua. El viento también. La inclemencia de los elementos parece estar a tope. Ella despierta, la hermosa mujer sobre la cama antigua; abre sus ojos color azul celestial, y un tenue grito de alarma escapa de sus labios. Un grito que aun sin todo el ruido y la conmoción sonaría tenue y débil. Se incorpora en su cama y se refriega los ojos. ¡Por todos los cielos!¡Que tormenta tan salvaje!¡El viento, la lluvia y el granizo! El trueno a su vez parecía intentar estirar su estruendo con el eco lo suficiente para alcanzar el siguiente, que a su vez haría retumbar el cielo para producir un salvaje efecto de estruendo permanente en el aire. Ella murmuró una oración, una oración para aquellos a quien mas quería, los nombres de sus seres amados salían de sus gentiles labios, llora y reza, piensa sobre la devastación que esta tormenta debe estar provocando, y le eleva una plegaria al Dios de los Cielos para que proteja a todos los seres vivientes. Otro resplandor. Un salvaje y apabullante relámpago se extiende por el ventanal, y por un instante, resalta cada uno de los colores del vitral. Un alarido estalla en los labios de la joven, y entonces, con los ojos fijos en esa ventana, y una expresión de terror en su rostro como nunca había conocido en su vida, empezó a temblar y su rostro empezó a sudar cuando un miedo intenso se apoderó de todo su ser.

¿Qué... qué fue eso?musitó¿es esto real o una ilusión? Oh Dios ¿qué fue eso? Una figura alta y cadavérica, se estiró para abrir la ventana. Lo vi. Ese resplandor de luz me lo ha revelado. Se extendía a lo largo de la ventana.

El viento se calmo. El granizo ya no caía con tanta fuerza, lo que es mas, ahora había dejado de golpear lateralmente sobre la antigua casa, sin embargo un sonido extraño seguía llegando desde los paneles de vidrio de esa enorme ventana. No podía ser una alucinación, estaba despierta, y seguía oyéndolo. ¿Qué podía ser? Otro relámpago, otro alarido, no había alucinación posible. 

Una figura alta estaba parada en la cornisa de su ventanal. Eran las uñas de su mano sobre el cristal continuaban haciendo el sonido del granizo cuando este se había detenido. El miedo intenso paralizó las extremidades de esa hermosa mujer. El alarido fue el único sonido que pudo emitir, sus manos se agarrotaron, su rostro se convirtió en mármol y su corazón latía tan fuerte en su pecho que por momentos parecía estar a punto de saltar por su boca, no podía desviar la mirada de esa ventana, el horror la había congelado. El tamborileo y repiqueteo de las uñas continuaba. No hubo palabras, ella intentó dilucidar la oscura forma de esa figura contra la ventana, podía ver como sus largos brazos se movían de aquí para allá, buscando la forma de entrar. ¿Qué es esa extraña luz que gradualmente llena el aire a nuestro alrededor? Era roja y aterradora y cada vez mas brillante. El relámpago había prendido fuego un molino y el reflejo de la estructura que se consumía rápidamente llegaba hasta el ventanal. No había error en esto. La figura estaba ahí, seguía buscando la manera de entrar, seguía repiqueteando con sus largas uñas contra el cristal, eran tan largas que parecía no haberlas cortado en años. Intentó volver a gritar pero una sensación de asfixia se apoderó de ella. Era demasiado aterrador, intentó moverse pero sus extremidades parecían cubiertas por toneladas de plomo, lo único que pudo hacer es emitir un leve susurro....

Ayuda... ayuda...ayuda...ayuda.

Repitió esa única palabra como una persona que ves en un sueño. El resplandor rojizo del fuego proyectaba la cadavérica figura sobre el gran ventanal. El único retrato de la recámara parecía haber fijado sus ojos en el intruso bajo la luz intermitente del incendio, bajo esa luz el retrato lucía aterradoramente realista. Uno de los paneles de cristal se rompió repentinamente y la figura del exterior introdujo su largo y cadavérico brazo que parecía totalmente desprovisto de carne. Quitó el seguro y la mitad de la ventana, que era plegable, se abrió de par en par. 

Incluso en ese momento, seguía sin poder gritar, y sin poder moverse. ¡Ayuda, ayuda, ayuda! Era todo lo que podía decir. Esa expresión de terror se asentó sobre su rostro, era aterradora, una expresión que podría obsesionar a cualquier por el resto de su vida. 

La figura se puso de costado y la luz cayó sobre su rostro. Era perfectamente blanco, perfectamente desprovisto de sangre. Sus ojos brillaban como el metal, sus labios retraídos, y el rasgo mas destacable después de sus ojos eran sus dientes, esos aterradores dientes, se proyectaban como los de un animal salvaje, dientes como colmillos, aterradores y resplandecientes. Se acercó a la cama con un extraño movimiento como si se deslizara por el suelo. Chocaba sus uñas entre sí, uñas que literalmente parecían colgar de sus dedos. No emitía sonido alguno. ¿Acaso esa joven y hermosa mujer había perdido la cabeza por haberse expuesto ante un terror semejante? Retrajo sus extremidades y ya ni siquiera podía pedir ayuda. Su capacidad de articulación se había ido pero la del movimiento había regresado. Lentamente se arrastró hacia el lado opuesto de la cama en un intento de alejarse de la espantosa figura que se aproximaba.

Pero sus ojos eran fascinantes. La mirada de una serpiente no podía haber tenido un efecto tan grande en ella que la mirada fija de esos espantosos ojos metálicos que se inclinaban ahora sobre su rostro. Caminaba encorvado por lo que su gigantesca estatura era difusa, y su rostro, su horrible rostro ahora sobresalía como su rasgo mas prominente. ¿Qué era? ¿Qué quería? ¿qué era lo que lo hacia tan aterrador? Tan distinto al resto de los habitantes de la tierra pero a la vez uno de ellos.

Ella estaba ahora al borde de la cama y la figura se había detenido. Parecía que al detenerse ella perdió a su vez su capacidad de alejarse de él. Se aferró involuntariamente a las sabanas de la cama. Su respiración se agitó. Empezó a jadear y sus piernas temblaban, pero no podía dejar de mirar ese rostro de porcelana. El brillo de sus ojos no la dejaba moverse.

La tormenta se había detenido. Todo estaba en calma. Los vientos hacían silencio ahora, el reloj de la iglesia marcaba la una, un chirrido salió de la garganta de ese ser despreciable, y estiro sus largos y cadavéricos brazos, sus labios se movieron. Avanzó hacia ella. La joven bajo un pie de la cama en dirección a la puerta, sin percatarse que arrastraba la sabana consigo. ¿Llegaría a la puerta si intentaba alcanzarla? ¿Su capacidad de caminar realmente había regresado? ¿si pudiera dejar de mirar el rostro de este intruso rompería entonces el odioso encantamiento?

¡Dios Santo! ¿Era esto real? ¿O acaso era un sueño tan real que tenía la capacidad de afectar su juicio para siempre?

La figura se detuvo nuevamente mientras la joven yacía entre la cama y el suelo. Su largo cabello ocupaba ahora el ancho de la cama. Esa pausa duro por un minuto pero parecía una agonía eterna. Ese minuto fue, de hecho, suficiente para que la locura se apoderara completamente. 

Con un repentino e impredecible movimiento, la figura lanzo un aterrador aullido que la dejo sin aliento, entonces la tomó de sus largos y ondulados cabellos y los retorció alrededor de sus huesudas manos mientras la sujetaba contra la cama. Fue entonces cuando gritó, el Cielo le devolvió la habilidad de gritar. Alarido tras alarido en una rápida sucesión. La ropa de cama cayo enrollada a un lado, pero ella fue arrastrada hacia la cama nuevamente. Sus hermosas y esculpidas piernas temblaban junto a la agonía de su alma. Los horribles y vidriosos ojos de la figura apabullaron la angelical figura con una satisfacción demoníaca, una horrenda profanación. La arrastró hasta el extremo de la cama, enrolló sus manos alrededor de su cabello con firmeza y enterró sus colmillos en su desprotegido cuello. Un borbotón de sangre seguido por el horrendo sonido de la succión. La joven se había desvanecido y el vampiro se deleitaba ahora en este espeluznante festín.

 

FIN



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