Ahora, presentamos una nueva entrega del cuento largo que da inicio a la saga del profesor Jameson. Una space opera escrita por Neil Jones y publicada en Amazing Stories en julio de 1931, es decir, en los primeros años de la era dorada. En cierta forma, las historias de Neil Jones aunque poco conocidas y reconocidas fueron pioneras en su tipo, con un estilo y trópicos que proliferaron durante veinte años. Sin mas que agregar, continuamos adelante con la historia.
La misteriosa nave espacial
Los hombres maquina abrieron paso a su líder, 25X-987, que advirtió que la nave estaba en condiciones críticas.
-¿Han
intentado comunicarse con la nave?- preguntó.
-No hay respuestas a ninguna de nuestras señales-respondió alguien.
-Tráiganla abordo entonces-ordenó su comandante-. Es lo bastante pequeña para meterla en uno de nuestros compartimientos de carga, y ahí podremos usar nuestros rayos de penetración para ver qué tipo de criaturas alberga. Son inteligentes, eso es seguro, su nave es indicador suficiente.
La nave zoriana redujo la velocidad para acercarse al misterioso vagabundo, flotando en el vacío cósmico en las proximidades de un mundo agonizante.
-Qué forma tan extraña tiene-resaltó 25X-987-. Es incluso mas pequeña de lo que había calculado.
Un extraño fenómeno había acontecido entre los hombres maquinas de Zor. Los había invadido un enorme curiosidad y eso era algo que no podía quedar insatisfecho. Acostumbrados como estaban a presenciar extraños escenarios y criaturas aun mas extrañas en todo tipo de aventuras en los mas remotos rincones del universo, se habían endurecido ante este tipo de experiencias. Se necesita de mucho para excitar su imperturbable actitud. Sin embargo, algo en esa pequeña y extraña nave había excitado su imaginación y algo en su subconsciente les decía que habían encontrado una radical e inusual aventura.
-Colócate a su lado-repitió 25X-987 al operador mientras regresaba a la sala de mando y seguía con la vista al pequeño vagabundo cósmico.
-Lo intento-respondió el hombre maquina-pero parece dar un salto atrás cada vez que me acerco a cierta distancia. Incluso nuestra nave parece retroceder un poco cada vez.
-¿Intentan eludirnos?
-No lo sé. Si quisieran escapar deberían aumentar la velocidad.
-Quizás ya hayan alcanzado su máxima velocidad y no pueden seguir acelerando.
-¡Miren!-exclamó el operador-¿Vieron eso? Esa cosa volvió a saltar.
-Nuestra nave también se movió-dijo 25X-987-. Vi un resplandor de luz disparado de un lado de la nave justo cuando salto.
Otro hombre maquina entro a la sala y le dijo al comandante de la expedición zoriana.
-Está usando rayos de repulsión de radio para mantenernos a raya-informó.
-Contrarréstelo- instruyó 25X-987.
El hombre se fue y ahora, el hombre maquina en los mandos de la nave volvió a intentar acercarse al misterioso vagabundo cósmico. Esta vez con éxito, y esta vez, no hubo resplandor ni rayo repulsor desde el cilindro metálico.
Ingresaron entonces al compartimiento donde varios objetos eran arrastrados desde el vacío espacial hacía el interior de la nave interplanetaria. Esperaron pacientemente a que el resto de los hombres maquina arrastraran el extraño y alargado cilindro espacial.
-¡Pónganlo debajo del rayo de penetración!-ordenó 25X-987-¡Veamos que contiene!
El grupo completo de zorianos se reunió alrededor del cilindro cuyos placas de níquel brillaban intensamente. Observaron con mucho interés ese objeto de cinco metros que se hacia mas estrecho hacia la base. La nariz era casi como una bala. Ocho protuberancias cilíndricas fijas a la base mientras que las cuatro paredes estaban equipadas con estabilizadores como los que se ven en las bombas aéreas para guiarlos desde la tierra a través de la atmósfera.
Sobre la base de la nave había una palanca junto a una puerta que aparentemente se abría hacia afuera. Uno de los hombres maquina se acercó para abrirlo pero un grito de su comandante lo detuvo en el acto.
-¡No lo abras aun!-advirtió-¡No sabemos lo que contiene!
Un resplandor salio de la nave, era como una niebla hecha de luz.
Envuelto en esa niebla, que opacaba las placas metálicas del exterior, y revelaba a la vez el interior de la misteriosa nave.
Guiados por sus mecánicas manos, los zorianos apuntaron sus luces hacia el interior de la nave. Los hombres maquina esperaban ver unas cuantas extrañas criaturas asomar del cilindro metálico, pero lo que vieron los aterro. Era solo una, perfectamente quieta. O estaba en animación suspendida o estaba muerta. Era dos veces mas alto que los hombres mecánicos de Zor. Lo contemplaron en silencio durante un buen tiempo, pensativos, hasta que el líder dio una instrucción.
-Sáquenlo de ahí.
Desactivaron el rayo de penetración y dos hombres maquina dieron excitados un paso adelante y abrieron la puerta. Uno de ellos miro de cerca el cuerpo del extraño individuo de cuatro miembros. La criatura yacía reclinada sobre una capsula vertical rodeado por un lujoso recubrimiento interior. Correas sostenían su mentón y cada uno de sus cuatro miembros, asegurando así su cuerpo a la nave. El hombre maquina lo liberó, y con la ayuda de su compañero removió el cuerpo del ataúd cósmico donde lo habían encontrado.
-¡Está muerto!-enunció uno de los hombres después de examinarlo detenidamente-. Ha estado así desde hace mucho tiempo.
-Hay extraños patrones mentales grabados en su mente-señaló otro.
Uno de los hombres maquina, cuyo cuerpo metálico era de un tono distinto al de los demás, dio un paso adelante. Inclinó su cuerpo cubico sobre la extraña y fría criatura, vestida con fantásticos accesorios. Examinó el organismo muerto por un momento, y se volvió hacia sus compañeros.
-¿Les gustaría oír su historia?-preguntó.
-¡Sí!-respondieron al unisono.
-Así será entonces-dijo con determinación-.Tráiganlo a mi laboratorio. Removeré su cerebro y reactivaré sus células. Lo regresaré a la vida y trasplantaré su cerebro a la cabeza de una de nuestras maquinas.
Con estas palabras, ordenó a dos zorianos que cargaran el cuerpo al laboratorio.
Mientras la nave orbitaba sobre el tercer planeta que 25X-987 había decidido visitar y donde habían encontrado el cilindro metálico con su enigmático habitante, 8B-52, el experimentador, trabajaba sin descanso para revivir las células del cerebro muerto hacia tanto tiempo. Finalmente, todos sus esfuerzos dieron fruto, el hombre maquina había conseguido exitosamente colocar el cerebro en un cabeza mecánica. Despertó entonces al cerebro dormido. El cuerpo de la criatura fue descartado, después de todo, lo único que realmente importaba era su cerebro.
Capítulo III
Regreso a la vida
Cuando el profesor Jameson volvió en sí, se percato inmediatamente de una extraña sensación. Se sentía mal. Los doctores tenían cero expectativa en que fuera a vivir, se lo habían dicho con toda franqueza, pero a él le importaba muy poco ya que había tenido una vida larga y muy feliz. Quizás su hora no había llegado aun. Se preguntó cuanto tiempo había estado dormido. Se sentía extraño, era como si no tuviera cuerpo ¿Por qué no podía abrir sus ojos? Lo intentó, lo intentó con todo su ser. Una niebla. Sus ojos habían estado abiertos todo este tiempo pero no había podido ver antes. Era extraño, pensó. Todo estaba en silencio junto a su cama.¿dónde estarían los doctores y las enfermeras?¿se habrían ido a dormir? ¿o quizás estaban muertos?
El diablo había puesto esa niebla frente a sus ojos, obscureciendo su linea de visión. Intentó llamar a su sobrino. Intentó, en vano, pronunciar Douglas, pero nada sucedió ¿Dónde estaba su boca? Parecía no tener una.¿Estaba delirando? Ese silencio extraño, quizás había perdido el sentido de la audición y con él, la capacidad de hablar... y de ver con claridad. La niebla se había convertido en un confuso manojo de objetos indistintos que se movían de acá para allá.
Se percató entonces de un impulso en su mente que le preguntaba una y otra vez cómo se sentía. Se percato también de otras ideas, ideas que parecían maravillar a su cerebro, pero había una que clamaba con insistencia, una que podía garantizar respuestas sobre su estado de indisposición y que prevalecía por sobre las demás. Parecía como si alguien intentara hablarle e impulsivamente él intentara enunciar algo, decirles que se sentía raro. Parecía que le habían arrebatado el habla. No podía hablar, sin importar cuanto lo intentara. Era inútil. Era extraño, sin embargo, el impulso que sentía en su mente parecía estar satisfecho con ese esfuerzo, y ahora tenía otra pregunta para él. ¿De dónde era? Que pregunta tan inusual, ya que estaba en casa. Se lo dijo. ¿Siempre había vivido ahí? Si, claro que si.
El anciano profesor estaba cada vez mas consciente de su condición. Al principio, era apenas un leve y pasivo asombro ante la imposibilidad de moverse y a esos extraños pensamientos que circulaban por su mente. Pero ahora, había intentado activarse y salir del letargo.
De repente, su visión se aclaró, y ¡qué sorpresa! Podía ver todo a su alrededor sin siquiera mover su cabeza. Pudo ver el techo de su habitación ¿Su habitación?¿era esa su habitación? No... no podía ser ¿Dónde estaba?¿Qué eran esas raras maquinas frente a él? Tenían cuatro piernas. Seis tentáculos serpenteaban desde sus cuerpos con forma de cubo. Uno de ellos se acerco a él. Un tentáculo proveniente de ese objeto le froto la cabeza. Que sensación tan peculiar. Instintivamente, obedeció el impulso de alejar el artilugio metálico de su rostro con la mano.
Pero sus manos no se levantaron, en su lugar, seis tentáculos hicieron retroceder a la maquina. El profesor Jameson se sorprendió mentalmente al observar el resultado de su esfuerzo por alejar a esa maquina caricaturesca y de apariencia alienígena. Agitado, bajo la vista hacia su propio cuerpo, para ver de donde habían salido esos tentáculos, entonces, su sorpresa dio paso al terror y al asombro. Su cuerpo era igual a la criatura de pie frente a él. ¿Dónde estaba?¿qué había pasado con él? Solo momentos atrás estaba en su cama, con los doctores y su sobrino inclinados sobre él, esperando morir. Las ultimas palabras que recordó haber escuchado, fue un críptico anuncio de uno de los doctores.
-Se nos va.
Pero no había muerto después de todo, aparentemente. Un pensamiento horrible lo invadió. ¿Sería esta la vida después de la muerte? ¿o era su mente jugándole una mala pasada? Entonces, se percató que la maquina frente a él intentaba comunicarle algo. Cómo podría hacerlo, pensó el profesor, no tenía boca. El deseo de comunicar una idea se hizo mas intenso. La sugestión del hombre maquina resonaba en su mente. Telepatía, pensó.
La criatura preguntaba por su lugar de origen. No lo sabía; su mente era un torbellino de pensamientos e ideas en conflicto. Se dejo conducir hasta una ventana donde la maquina le señaló con un tentáculo un objeto afuera. Era una sensación nueva, caminar en cuatro patas metálicas. Miro entonces por la ventana y vio algo que casi lo hace caer de la conmoción.
El profesor observaba entonces, un inmenso planeta flotando en la inmensidad del vacío estelar. Ahora si estaba convencido de que todo era una ilusión, un truco que había convencido a su mente y sus ojos de que todo esto era real.
Un sueño aterrador. Examinó cuidadosamente la topografía del gigantesco globo que descansaba a una cierta distancia. Al mismo tiempo, veía como una aglomeración de criaturas mecánicas se amontaba detrás de él, entendió que conversaban telepáticamente a sus espaldas, o ¿sería en sus narices? ¿cuál era? Con ojos en todas direcciones y un cuerpo cubico, no había prácticamente diferencia, los cuatros lados de su cuerpo eran iguales. Sus piernas mecánicas lo transportan con la misma facilidad en cualquier dirección.
El planeta a sus pies no era la Tierra, de eso estaba seguro. No reconoció ninguno de los continentes. Entonces, divisó la gigantesca esfera roja y apagada que era el sol. Ese no era el sol de su planeta. Era mucho mas brillante que eso.
-¿Has venido de ese planeta?-preguntó vía impulso el mecanizado junto a él.
-No-respondió.
Fue entonces que permitió que los hombres maquinas, para entonces había concluido que eran hombres maquina y que de alguna manera, por alguna extraordinaria transformación él se había convertido en uno de ellos, lo guiaran a través de la nave de la cual ahora era consciente por primera vez. Era una nave interplanetaria o nave espacial, pensó.
25X-987 lo llevo al compartimiento de donde lo habían sacado y donde había estado vagando en las proximidades del mundo cercano. Le mostraron entonces el largo cilindro.
-¡Es mi cohete satélite!-exclamó el profesor Jameson para sí mismo, aunque en realidad, cada uno de los hombres maquina recibió ese pensamiento de lleno-¿Qué está haciendo acá?
-Encontramos tu cuerpo muerto dentro de él-respondió 25X-987-. Removimos tu cerebro y lo pusimos dentro de la maquina, después de estimularlo y reanimarlo. El cuerpo fue desechado.
El profesor Jameson había quedado estupefacto ante las palabras del hombre maquina.
-¡Entonces sí morí!-exclamó el profesor-. Y mi cuerpo fue dispuesto en el cohete para preservarlo eternamente hasta el final de la vida en la Tierra!¡Lo logré!¡He conseguido una victoria sin igual!
Se volvió hacia el hombre maquina.
¿Cuánto tiempo estuve de esa manera?-preguntó emocionado.
-¿Cómo podríamos saberlo?-respondió el zoriano-. Te sacamos del cohete hace un breve periodo de tiempo, diría que menos de un día. Es nuestra primera visita a tu sistema planetario y encontramos tu cohete de casualidad ¿Así que es un satélite? No lo observamos demasiado para determinar si era o no un satélite. Al principio creímos que era otra nave estelar pero cuando no respondió nuestras señales nos dispusimos a investigar.
-Entonces sí es la Tierra la que observé antes-murmuró el profesor-. Con razón no la reconocí. La topografía ha cambiado mucho. Y el Sol también, deben haber pasado un millón de años desde que morí.
-Muchos millones-corrigió 25X-987-. Los soles de este tamaño no se enfrían en un periodo tan corto de tiempo como has sugerido.
El profesor Jameson, a pesar de ser un genio de los cálculos antes de su muerte, estaba completamente estupefacto por esta nueva realidad.
-¿Quiénes son ustedes?-preguntó súbitamente.
-Somos zorianos de Zor, un planeta en los confines del universo.
25X-987 continuó hablando, y le contó al profesor todo sobre cómo los zorianos habían alcanzado el nivel del desarrollo necesario y habían puesto fin a todo nacimiento, evolución y muerte de su pueblo al convertirse en hombres maquina.
continuará...
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