Diente de león

 


Diente de león

 

Por Elly Bangs

Publicado originalmente en Clarkesworld Magazine

Traducido por Ema U.

 

Hoy se cumple un siglo desde que encontraste esa chispa de vida en este gélido y estéril valle de la muerte.El fantasma tuyo de ese momento está aquí conmigo ahora, con el contador Geiger en mano, revisando con asombro entre las rocas pulidas por el viento, lugar al cual tu propia hija haría su propio devastador peregrinaje treinta años después, y al cual he llegado yo finalmente. Siento, al inhalar, este mismo viento glacial que te  quemó los pulmones durante el ascenso, mientras proteges tus ojos del sol de medianoche. Del otro lado del mundo, tu familia se acurruca ante el resplandor de un rayo catódico y se preguntan si ese mismo sol volverá a salir para ellos.

Mi madre habrá tenido cinco años entonces, octubre de 1961. Ese fue su recuerdo mas antiguo; su padre maldiciendo tu nombre por haberte ido a ese valle antártico olvidado por Dios en la víspera del día del juicio; su único deseo es que  la hubieses llevado contigo, lejos de los misiles cubanos, pero  el tiempo terminó por redimirte, porque ese fue el día en que trajiste lo que se convertiría en una reliquia familiar, reliquia que atravesó  el firmamento a voluntad de tres generaciones de esta familia, dándole forma a nuestras vidas en el proceso.

La Agencia la llamaba “Sputnik X”, pero  tú fuiste mas inteligente, ya lo intuías, años antes de atreverte a decirlo en voz alta, la verdad sobre lo que encontraste semi enterrada en esa reseca ladera. La llamaste Diente de León.

Para ti era la llave a un universo de ambición. Para mi madre era una advertencia y un golpe de realidad. Para mi es el punto en que las fuerzas de la esperanza y la desesperación se encuentran y se convierten en algo mas grande, y es por eso que he venido a este lugar a hacer comunión con tu recuerdo: porque moriste, abuela, creyendo que el trabajo de tu vida había sido en vano.

Pero todo ha cambiado desde entonces.

El objeto pesa aproximadamente seis toneladas. Es radioactivo. El metal está moteado por la corrosión, desgastado por la crudeza del viento y las lentas mareas de calor y frío de los días polares que duran todo un año, pero seguía siendo, a primera vista, una maquina diseñada para caer desde el espacio. Un extremo está cubierto por un escudo térmico destruido, el otro con sostenes donde debía ir un paracaídas perdido hacia mucho tiempo atrás, en el medio, dos cilindros instalados en medio de un nido de conductos y alerones. Uno contiene una pila de escoria negra. El otro está vacío.

 

Solo he visto al Diente de león una sola vez en persona. Cuando tu hija postuló la Teoría del Estancamiento, la Agencia con amargura lo sepultó en una mina de sal de Nuevo Mejico sin intenciones de volver a sacarlo nuevamente, pero a pesar del odio que la Agencia pueda sentir por mi después de lo que hice, mis contactos en la NASA me alcanzaron para procurarme una visita.

Había pasado años imaginando ese momento. Creí que al tocar el metal sería capaz de sentir la inmensidad del espacio que éste atravesó hasta llegar a nuestro mundo, siglos de vacío y rayos cósmicos, pero en ese momento pude sentir mucho mas; era como si pudiera sentir a sus creadores tocándome al mismo tiempo desde el otro lado, sus manos (a falta de una palabra mejor) con las mías, sabía que ellos también eran parte de mi herencia.

Me tomó años después de tu muerte sentir como si te conociera. No solo la versión de ti que veía los domingos, la que insultaba a sus cuidadores, la que renegaba de su hija, y que murió odiando al mundo por su inercia, sino tu forma original. Leí todos tus diarios y hablé con todas las personas vivas que te conocieron. Algunos decían que eras fría y distante, sin comprender que construiste tu vida alrededor de un feroz e inquebrantable amor. Que éste no fuera para las personas a tu alrededor no lo hace menos real. Te preocupabas por ellos, pero era lo posible de lo que estabas enamorada, y si alguna vez ese concepto abstracto le devolvió el afecto a alguien, esa fuiste tú.

Te casaste porque aun no habías encontrado un idioma en el cual plantear la necesidad; porque cuando le dijiste que necesitabas poner tu carrera en primer lugar fue lo suficientemente ingenuo para prometer que lo respetaría. Para cuando mi madre nació él estaba viviendo en la sombra de esos otros hombres cuyas esposas se ocupaban de cocinar y limpiar y empezaste a sospechar que había algo que otras mujeres obtenían a cambio de tener familias, un sentido de pertenencia que tú nunca sentiste y que probablemente nunca sentirías.

Tu casa era solo una casa. Fue en los bloques de concreto del laboratorio de la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados donde encontraste tu hogar. Las matemáticas eran tu lenguaje del amor y el arco orbital en el espacio, los brazos que abrazabas con cada satélite que ayudaste a lanzar desde Vanderburg.

Fuiste una de las mentes mas brillantes de la Agencia, y mientras mas alto escalabas mas duro trabajaban para expulsarte de ella.

No habrías  sido la primera elección para el trabajo si hubieran tenido alguna idea de en que consistía ese trabajo . Reconociste la burla de inmediato; en algún momento de tu carrera habías intimidado a tus colegas masculinos, por lo que te enviaron al fin del mundo a rastrear desperdicio espacial radioactivo con nada mas que un vago informe al respecto. Uno de esos  tipos de la gerencia, con su cortes de cabello impecable  levantaba sus pies en alto convencido de que una esposa y madre jamas aceptaría a ausentarse durante semanas para trabajar tan duro lejos de su familia, su familia no se lo permitiría. No esperaba que aceptaras y al hacerlo arruinaste su juego.

-Dices que simplemente estaba ahí- decían las voces que resonaban en la bahía de carga-.Que lo dejaron ahí durante un mes antes de que tú llegaras. Sin siquiera un toldo encima.  

-Dos meses-lo corregiste, somnolienta, mientras veinte hombres con traje (algunos en hazmat, otros con sencillos trajes negros)  entraban corriendo al C-130 que usaste para entregarles el Diente de León a sus pies después de mas de cuarenta horas de vuelo-. Pero era tan remoto que...

-Esto es un desastre.

-¿Por qué demonios nadie llegó hasta ahí antes?

Podrías haberles explicado los desafíos de levantar por el aire un objeto de seis toneladas en los Valles Secos durante el invierno antártico, pero sabías que en realidad estaban buscando a alguien a quien culpar de que hayas sido tú la que lo encontró.

La pregunta es cómo hicieron los soviéticos para lanzar esta cosa al espacio sin que lo supiéramos.

-¿Cómo pudieron mandarlo al espacio? ¿qué tipo de cohete puede levantar una carga de seis toneladas?

-¿Y qué tal si no fueron....?-empezaste a decir pero los tipos de corte militar ya habían olvidado que estabas ahí.

-No-interrumpió uno-.La verdadera pregunta es qué demonios es.

-Un satélite espía.

-Un arma anti satélites.

-Caballeros. Considerando su masa, sus niveles de radioactividad, y donde fue encontrado, no cabe la menor duda de que estamos en presencia de un prototipo casi exitoso de un Sistema de Bombardeo de Órbita Fraccionada.

Un silencio fúnebre cayó mientras tus colegas concluían que sus contrapartes rusos estaban veinte años por delante en tecnología de misiles. La ironía te perseguiría por el resto de tu vida: que el Diente de León hubiese elegido el momento mas desafortunado de la historia para ser descubierto, un momento en el que podía desencadenar el fin del planeta al cual le habría dado vida.

Querías agarrar a esos tipos de la solapa y sacudirlos. Esperen, gritaste internamente. Solo, esperen.

Desde 1961 a 1964, el proyecto ultra secreto que consistía en analizar y revertir el proceso de construcción del Sputnik X navegaba por arenas movedizas repletas de pobres conjeturas.Para los estándares de la época, el diseño era una monstruosidad, cubierta por una gruesa placa de cinco centímetros de aleación de berilio, atornillada a un escudo térmico dos veces mas grueso que lo que la atmósfera terrestre requería. Habían pruebas de que el Diente de León había venido desde mucho mas lejos que Kazajistan, pero nadie se atrevía a seguir esa linea de investigación que se alejaba bruscamente de los rígidos parámetros del Proyecto. A la escoria radiactiva del cilindro superior se la consideró como un remanente de algún núcleo experimental que se había degradado o se había autodestruido al perder contacto con sus operadores rusos. El enigma del cilindro vacío era la pesadilla de todos.

No fuiste la única que se preguntó si esa escoria negra podía ser el remanente no de un arma sino de una fuente de energía; un generador termoeléctrico de radioisótopos expirado hacia mucho tiempo. No fuiste la única en contar los elementos y rastrear su vida media, siguiendo las cadenas de desintegración a través del tiempo para reconstruir su estado puro original. Una docena de tus  colegas también hicieron los cálculos, se frotaron los ojos y pasaron a otros aspectos de la investigación por otros en los que fuera menos probable que los despidieran.

No fuiste la única en ver esa información. Pero si fuiste la única dispuesta a creerle al Diente de León cuando te dijo que tenía 1,7 millones de años de edad.

No fue fácil convencer al personal de la Estación McMurdo y menos aun a mi esposa, de dejar a una anciana de 71 años descender al Valle Victoria y dejarla ahí un tiempo, pero tenía que hacerlo. Sabía que tenía que hacer esta peregrinación yo misma en persona.

En el vuelo, pasamos junto a un glaciar que parecía escupir sangre. Es mas espectacular ahora que cuando tu lo viste, ahora que todos los glaciares se están derritiendo rápidamente. Esa sustancia roja se filtra desde cientos de metros de hielo, desde un lago subterráneo rico en hierro. Todo un ecosistema de bacterias extremofilas vive ahí abajo en la oscuridad profunda, herméticamente sellados por un periodo de tiempo muy muy largo.

Alrededor de 1,7 millones para ser mas exactos.

Es probable que sea una coincidencia; no podemos probar que estos sean los mismos gérmenes que viajaron por el espacio en el Diente de León. Pero aun así, son perfectos para el trabajo, simples, resistentes, amantes del frio, y durante las largas horas de verlos crecer en un tubo de ensayo, les he estado susurrando la misma oración de tres palabras que me enseñaste de niña:

¿Qué tal si?

Es la pregunta que le escucho formular a todo el mundo estos días. Los polos se están derritiendo. Los océanos siguen acumulando plástico y perdiendo oxigeno. Estamos surfeando la creciente ola de nuestros peores miedos, pero yo creo que albergan una esperanza que es mas que valiosa incluso que tu optimismo de la Era Dorada. Las naciones de la Tierra están bajando sus armas y uniendo sus esfuerzos para trabajar en órbita, y lo que están construyendo ahí arriba es un símbolo de todo lo que esperamos resolver aquí abajo. A través del Diente de León, nos hemos convertido en mendigos de lo posible. Hemos hallado un propósito por el cual trabajar, y por Dios que finalmente estamos haciéndolo.

Un día fuiste la oveja negra de la Agencia, al siguiente su campeona. Cada nuevo trozo de información reforzaba tu teoría del origen extraterrestre del Diente de León. Bajo tu liderazgo, el miasma de desesperación y paranoia que había dominado el Proyecto desde su concepción dio paso a un renacimiento de la esperanza y la imaginación, con el sujeto transformado desde una inescrutable super arma soviética a la tentadora promesa de un salto tecnológico de un millón de años.

Para 1965 no solo habías descifrado la edad del Diente de León: también habías intuido su propósito.fuera de estos muros de concreto, Sagan y Shklovskii hablaban públicamente de una teoría que habías estado incubando durante años: que las primeras formas de vida en la tierra habían sido enviadas a este planeta deliberadamente.

Y tú encontraste el sistema de entrega. Conocías las respuestas a preguntas que por la cual los seres humanos han vivido y muerto desde el principio de los tiempos registrados. Sabías de donde habíamos venido. Sabías que no estábamos solos. Y por sobre todo, estabas segura de saber en lo que nos convertiríamos.

Viviremos en la luna, escribiste, con la letra distorsionada por la euforia. Viviremos en Marte y en las lunas de Júpiter, y en planetas distantes orbitando estrellas distantes en galaxias distantes. Construiremos ciudades en el espacio y relucientes carreteras entrelazadas de agujeros de gusanos,estirándose de un lado a otro del firmamento, alineados con mundos anillo y esferas de Dyson y otras maravillas que aun no podemos comprender. Tenemos pruebas de que todo esto e infinitamente mas es posible.Las sostuve en mis propias manos.

-Entonces, el segundo cilindro, el que estaba vacío, cargaba...¿un caldo primigenio?-te preguntó una vez una joven científica.

-Organismos unicelulares-dijiste, mientras caminabas y gesticulabas animadamente-. Unos capaces de resistir ambientes extremos. Capaces de esparcirse y evolucionar a lo largo de eones hasta convertirse en una biósfera planetaria.

-Pero la vida en la Tierra es mucho mas antigua que el Diente de León-dijo ella.

-El Diente de León en sí mismo no es el origen de la vida en este planeta, pero es evidencia de ese origen, prueba de que hay una panspermia en proceso. Otra semilla del mismo árbol, billones de años mas tarde. ¡Pensaló! Incontables sondas deben haber caído a la Tierra desde el final de una era geológica a la otra. El resto se ha erosionado, reducido a polvo, subduccidas, perdidas en el lecho oceánico...

-Pero el Diente de León casualmente cayó en el lugar mas frío y seco de la Tierra-dijo ella, y tu corazón se derritió al escuchar una epifanía en su voz, en su rostro, en todo su cuerpo al momento de formular ese pensamiento.

-Si tu intención es plantar vida en otros planetas querrías enviar miles de sondas, ¿verdad?-dijo ella-.Plantas la mayor cantidad de semillas posibles sabiendo que algunas no germinarán.

Empezaste a contarle tus teorías sobre el entramado de semillas del cual Diente de León había sido parte, los métodos de hiper propulsión que pudieron haberlo traído desde otra galaxia pero tu voz se apagó. Tu  pulso se aceleró. La playa se extendió en ambas direcciones, las columnas de humo asomaban pacíficamente desde las plataformas petroleras cerca de la costa. No había espías a la vista, pero no podías estar segura.

-No puedes decirle a nadie sobre esto-susurraste-.Recuerdalo. A nadie.

-¡Ya lo sé mamá!-protestó mi madre.

Creo que el amor que le tenías en aquellos años fue el mas puro que alguna vez compartiste con otra persona. Estar unida por el mas elemental gozo del descubrimiento era la única clase de parentesco que realmente querías. Podías abrirte con ella en formas que seria impensable hacerlo con los científicos obsesionados por los detalles que trabajaban bajo tu dirección. Lo que a Margaret le faltaba inicialmente en educación formal, lo compensaba con una desenfrenada capacidad de asombro, y el peligro de ser despedida sino encarcelada por filtrar información altamente clasificada a tu propia hija solo fortalecía ese vinculo.

Tenías una manera aparentemente mágica de alentarla en sus estudios sin hacerla sentir mal cuando le costaba. Creías que su éxito era inevitable y la convenciste de ello. Estaba motivada con ver el Diente de León en persona, y tú le dijiste exactamente cómo torcer el rumbo de su joven vida para hacerlo, hasta que ese día finalmente llego en 1988 cuando le diste la bienvenida en las puertas del laboratorio.Debe haber sido el momento de mayor orgullo de tu vida.

Treinta años después, ella me diría que fue el momento que mas deseaba poder borrar.

La desintegración radioactiva te llevó a liderar el Proyecto, pero el Proyecto estaba pasando por su propio proceso de desintegración. Durante tres décadas tu equipo había estado buscando en cada micrón de la carcasa del Diente de León evidencias de circuitos a escala nanométrica, marcas magnéticas, ranuras al estilo del disco dorado que pudieran contener información. Algo que pudieras convertir en energía limpia, en anti gravedad, o en un sistema de propulsión para viajar mas rápido que la luz. Para 1988 habías compilado decenas de miles de paginas de teoría y especulación, pero no tenías nada tangible para mostrar. Parte de tu equipo renunció, otros se quedaron y dejaron que los años de estancamiento desgastaran sus mentes.

Estabas segura de que Margaret era la sangre nueva que el Proyecto necesitaba. La rondabas constantemente, esperando para ver esa chispa de epifanía.Cuando ella te pidió hacer su propia expedición al sitio del aterrizaje para buscar mas restos, te apresuraste a autorizarla pero nunca te cuestionaste sobre la profundidad de sus inquietudes .

Estuvo aquí, en este mismo árido suelo por el cual estoy escalando ahora. Cuando cada LIDAR y cada sondeo espectroscópico y visual resultó inefectivo, empezó a escarbar manualmente en estas rocas .Su aparición está tan presente en este lugar como la tuya, tambaleante bajo el peso de todas sus oraciones pidiendo encontrar algo aquí que probará que estaba equivocada.

Algo con lo cual explicarte que ya no quedaban descubrimientos por hacer.

En febrero de 1990, la Voyager 1 dio el ultimo vistazo atrás de camino a su viaje interestelar, transmitiendo un mosaico del Sistema Solar en el cual la Tierra aparecía como un solitario y pálido punto azul.Durante los siguientes treinta años, los RGT de la sonda (a diferencia de los del Diente de León) se desintegrarían hasta que ya no pudieran generar suficiente energía para comunicarse con la Tierra, y mientras transmitía sus últimos pixeles, Margaret hacía su ultimo esfuerzo de comunicarse contigo, sintiéndote tan distante como fría.

-Quedaste atrapada en tus propias conjeturas-te dijo-.Me enseñaste que un buen científico tiene que ver mas allá de sus propias conjeturas cuando éstas no coinciden con los hechos, sin importar lo que sea. Debe...

-¿Qué conjeturas?-protestaste-.¿La idea del progreso?¿De un mejor futuro?¿De un futuro y punto?

-Estas siendo hiperbólica.

-¿Así?-dijiste caminando de un lado a otro, arrastrando tus zapatos contra las baldosas de ese suelo típico de la Guerra Fría.

-Eres la directora-dijo ella, tranquilizándola-. Tienes la autoridad para evitar que yo presente este informe. ¿vas a hacerlo?

Para ella fue una pregunta práctica, pero tú lo escuchaste como un desafio: para probar que no eras mejor que tus propios predecesores. Suprimir su informe sería equivalente a rendirse. Tenía que retractarse pero por su propia voluntad.

-No hasta que sepa que entiendes lo que está en juego- dijiste resuelta.

Respiro profundo y dijo:

-No digo que hemos visto el final de todo avance tecnológico. Cada tecnología tendrá su propio estancamiento.Para algunas está mas lejos que para otras. Me refiero particularmente al viaje espacial.

-Pero si no tenemos eso...-te alejaste, con miedo de terminar la oración-¿cuál seria el punto de todo esto?¿cuál sería el punto de la humanidad?

Ella continuó:
-Solo has estado estudiando al Diente de León desde la premisa que el progreso tecnológico acelerará eternamente. Como dicta la ley de Moore. Y tiene sentido que pueda sentirse como algo plausible....

La palabra sentir te hace resoplar burlonamente.

-...a principios de este siglo. Autos, aeroplanos, cohetes, energía nuclear, computadoras digitales, todas surgieron en el mismo periodo de tiempo. Vuelos interestelares tripulados y la construcción de imperios galácticos parece ser el siguiente paso lógico, pero todo lo que sabemos sobre el Diente de León contradice eso.

-¿Qué es lo que contradice?-dijiste.Sin dejar de caminar de lado a lado-.¿Qué es exactamente lo que piensas que contradice?

-Leíste mi informe mamá, por favor.

-Señora-corregiste. Se miraron la una a la otra y supieron que habían llegado a un punto sin retorno y estaban encaminadas hacia un lugar muy oscuro.

Ahora tú eras la desafiante. Ella se endureció y te dijo: sabemos que todos los metales del Diente de león han sido reciclados, probablemente docenas de veces,a lo largo de cientos sino miles de años. Eso sugiere un cierto nivel de estancamiento tecnológico.

-¡Y eso qué!¡Y eso qué!

-Y no se teletransportó hasta la Antártida, ni utilizó anti gravedad como un platillo volador. Cayó en paracaídas y con un escudo térmico. Y el patrón isotópico en la carcasa indica que fue enviado aquí utilizando propulsión nuclear, como el del antiguo proyecto Orión de los años cuarenta: vuelo estelar mediante la liberación de bombas nucleares por la compuerta trasera y haciéndolas explotar. Eso significa que no hay motor de curvatura. Ni agujeros de gusano. Es una maquina de 1,7 millones de años que es apenas mas avanzada que el maldito Transbordador Espacial.Eso solo nos deja dos posibilidades: ya sea que sus creadores se esforzaron para utilizar tecnología ridículamente obsoleta...

-¿Es envidia verdad?-dijiste-.No puedes soportar que nunca estarás cerca de concretar lo que yo he conseguido y esta es tu forma de...

Ella siguió hablando encima tuyo -... o el Diente de León es lo mas avanzado que puede existir en materia de tecnología aeroespacial!Si la velocidad de la luz es es una barrera infranqueable...

Tu voz se apagó en tu garganta, porque estaba ahí, en su rostro ahora, detrás de ese enojo, ese estallido de epifanía que habías estado esperando todo este tiempo. El éxtasis del desplome de un paradigma defectuoso.

-...si no hay atajos, entonces los viajes interestelares tripulados son una imposibilidad práctica, sin importar la tecnología. No hay fuentes de energía viable entre sistemas estelares y por lo tanto no hay forma de sustentar vida a una velocidad inferior a la de la luz, mas allá de mantener caliente unos gérmenes con la ayuda de un RTG. Y si eso fuera cierto....

Excepto que estaba corrompida: una perversa anti epifanía que no encendía posibilidades sino que las extinguía.

-...significaría que no hay imperios interestelares en el universo. No hay colonias. Ni escalas Kardashov. Ni ETs que visiten la Tierra algún día. Todos han llegado al mismo estancamiento tecnológico y se estabilizaron ahí, indefinidamente. Simplemente...

Quedaron varados, pensaste tú. Cada uno confinado en su propia patética isla, sin poder poner un pie en otra jamas. El futuro que se abre ante ti es una pesadilla, una eternidad de seres humanos, incluso si continúan evolucionando físicamente durante eones, conduciendo los mismos autos al trabajo y de regreso, desperdiciando tardes y fines de semanas mirando televisión y bebiendo cerveza hasta que la ultima lata aplastada desborde el cesto de basura,caminando hasta la esquina y mirando las estrellas resplandecientes, preguntándose solo de pasada qué secretos albergarán, pero sin saberlo jamas,hasta que el sol se extinga y muera solo en la noche cósmica.

No hay gota de lluvia o copo de nieve que haya tocado el Valle Victoria en miles de milenios. No hay flora o fauna a la vista, ni siquiera liquen en las rocas, solo un interminable lienzo vacío de arena seca como los huesos y rocas de formas extrañas. Es tan frío y tan seco que incluso los microbios luchan por sobrevivir aquí; cada tanto deambula alguna foca que asoma de las costas y se suma a la cripta a cielo abierto de cuerpos momificados que se ha creado en un periodo de cientos de años.

Es difícil no ver este desierto como una metáfora del espacio entre estrellas. No hay nada para comer o beber o algo para quemar y calentarse. El sol se pone y no vuelve a salir por seis meses, e incluso a la luz del día lo único que evita que mis dedos se congelen son los químicos para calentar las manos que empaqué, al igual que el RTG mantuvo vivo el caldo primigenio en el Diente de León por la cualquiera sea la cantidad de siglos que le tomó llegar hasta aquí.

Es todo lo que puedes hacer a un simple diez por ciento de la velocidad de la luz: intentar mantenerte caliente. Orar para llegar al próximo destello de luz antes de que tus ultimas células se conviertan en piedra.

A pesar de todo, hay algo hermoso en este lugar que no puedo describir, no a pesar de su falta de vida, sino debido a ella. No hay lugar en la Tierra tan muerto como este, pero es difícil no ver este lugar como el fin del mundo, sino como el principio de un mundo que recién comienza.

El verano antes de que murieras,te lleve hasta la misma playa donde tú y Margaret habían caminado alguna vez. Compramos helado en un puesto en la costa y cuando me volví para mirarte te estabas inclinando fuera de la silla de ruedas. Tuve que correr para tomar la manija antes que terminaras por caerte.

-¿Qué pasa?¿Estás bien?

Gruñiste y seguiste intentando alcanzar un yuyo que crecía entre las baldosas de la vereda, así que me incliné y la levanté por ti. Pusiste ese racimo con semillas cuidadosamente frente a tus ojos, perdida en tus pensamientos.

-¿Vas a pedir un deseo?-pregunté.

Apretaste el Diente de León en la palma de tu mano hasta que no era mas que bulto de pelusas del tamaño de un poroto.

-Sin las estrellas estamos condenados-dijiste, y esas palabras me atormentaron, porque aun cuando no pudiera comprender el sentido de tus palabras, sabía que tú y mi madre no eran enemigas sino dos caras de la misma moneda.

Aun cuando tu mente seguía siendo lucida, estabas convencida que la Teoría del Estancamiento era simplemente una historia que inventó para traicionarte, pero hubieron cosas que nunca supiste. Aun con todo ese deleite científico que alguna vez compartieron, ella nunca confió en ti lo suficiente para contarte sobre su crisis. Nunca te contó que había visto el fin del mundo.

Una década antes de unirse al Proyecto, la Agencia había utilizado sus computadoras para reconocer las firmas de rayos gama de las explosiones nucleares.Ese trabajo la llevo un puñado de veces a una sección subterránea en un complejo de NORAD, y durante la ultima de esas visitas, mientras hacia su trabajo, el sonido de las alarmas la hizo girar para ver como las puertas de las bóvedas se cerraban simultáneamente. Caminó a los tumbos hasta la sala de control y todos sus preguntas sin vociferar fueron contestadas mediante gritos de pánico y mapas que mostraban trayectorias de misiles cuyo reflejo abrazador se reflejaba en el café derramado, rostros sudorosos y manos que se apresuraban a marcar teléfonos o rezaban sobre las imágenes del radar.

Las pantallas decían que las primeras bombas caerían en 18 minutos.Decían que cada ciudad en los Estados Unidos se reduciría a cenizas en la siguiente hora.

Hubieron tantas cosas que pasaron frentes a los ojos de mi madre en ese momento, ademas de su propia vida, mientras se encogía de espaldas contra la pared.Vio en cada arco de neón la maldita transfiguración de un cohete diseñado para llevarnos a las estrellas. Vio en esas lineas de ardiente luz un visión profana de todo el intelecto de la humanidad utilizado sobre sí mismo, sus sueños de la era espacial que caían como lluvia para esterilizar a todo el mundo con fuego nuclear.

Entonces, alguien la ayudo a levantarse, mientras le decía que todo había sido una falsa alarma. Un cinta de simulación cargada en una de las computadoras. Son cosas que pasan, decían ellos. Como si eso sirviera de algo.

Pasaron semanas hasta que pudo volver a dormir, y cuando finalmente lo hizo y despertó, el mundo ya no era el que ella había conocido. De repente, el mundo real ya no era una transición a lo posible.

El mundo real era todo lo que había.

Nací nueve meses después de que Margaret entregará su informe. Para entonces, el Proyecto había sido cancelado. Ella se había mudado a Livermore a pasar sus días con las bombas que habitaban sus pesadillas, y tú y el resto del personal que se habían quedado estancados desde los años sesenta se habían retirado. Observaste impotente cuando depositaron el Diente de León en una cubierta de plomo y lo bajaron por el ascensor de la mina de sal, ya no para salvaguardar su tecnología sino para evitarle al publico estadounidense de tener que lidiar con sus implicaciones filosóficas.

Mi madre y tú mantuvieron una frágil tregua durante la mayor parte de mi infancia. Desarrollaste elaboradas formas para desestimar la Teoría del Estancamiento (confinándolas a la seguridad de tus diarios personales). Encontraste razones para culpar a la Agencia en lugar de culparla a ella. Me gusta pensar que yo traje un poco de consuelo a tu vida.

Eras tan vieja como yo ahora y yo tenía cinco años, el día en que me pusiste en mi propio camino. Estaba toqueteando mi individual plástico del sistema solar, trazando anillos concéntricos de las órbitas hasta que llegue a la mas lejana. Esa era notablemente mas ancha que las demás y también se alejaba bastante del resto.

-Ese es el planeta Plutón-dijiste.

Todos los otros planetas colgaban sobre mi cama atados con alambres e hilos, pero este no estaba incluido. Nunca había visto siquiera una fotografía. Pregunté entonces que aspecto tenía.

-¡Nadie lo sabe! Está demasiado lejos para verlo. Incluso con el telescopio mas poderosos que existe.

-Es frío-dijo mi madre desde la otra habitación-. Sin aire. Solo cráteres y oscuridad.

Te inclinaste sobre mi para que ella no pudiera oír. Sonreíste y me dijiste -Quizás. Probablemente. Pero... ¿y qué tal si?

Veinte años mas tarde, lo vimos a través de los ojos del New Horizon: un mundo de planicies y montañas y glaciares, con cinco lunas a su alrededor, envuelto en una atmósfera que se sublima y se condensa durante siglos. Era un sistema en sí mismo, extraño y mas hermoso de lo jamas me hubiera imaginado. Para entonces ya estaba bien encaminada.

La tregua que habías hecho con Margaret fue lo primero que la demencia se llevó. Empezó con unas pocas afirmaciones malintencionadas y atípicas.De la nada empezabas a mirarla con una frialdad solo equiparable al viento que estoy sintiendo ahora. Buscabas peleas por cualquier cosa. Mientras mas olvidabas, mas candentes parecían arder tus recuerdos cada vez mas distorsionados de la cancelación del Proyecto y al resto de nosotros nos quedaba para recordar el Día de Acción de Gracias del 2004, cuando revoleaste un plato playo y gritaste “¡Mas rápido que la luz!” mientras éste estallaba contra la pared del comedor.

No podíamos razonar con los cambios de personalidad. Nunca encontramos medicación que realmente sirviera. Cualquier progreso que hiciéramos mediante el dialogo caía rápidamente en el olvido. Lo único que sabíamos era que cualquier ataque de ira que se apoderara de ti parecía estar dirigido principalmente hacia mi madre, así que desde ese momento en adelante fui yo sola la encargada de ir a visitarte y de velar por tus intereses terrenales durante tus últimos años en este mundo. Intenté ser la apoderada del amor que ella seguía sintiendo por ti. A veces me sentía como una sonda robótica enviada desde algún lugar distante y peligroso por su creador.

Hicimos esto durante años. Yo te traía hasta la costa y te leía los encabezados hasta que los oías correctamente y me decías que mi cabello era demasiado corto para una chica o del color incorrecto. No sabía nada sobre el Diente de León.

Un día te conté que me iba para empezar la universidad. Me preguntaste qué iba a estudiar y te conté mi plan de construir sondas para la NASA. Te lo había contado muchas veces antes pero esa fue la vez que me escuchaste. La noticia te dejó helada.

Me tomaste de la muñeca y lloraste.  

No podías decirme por qué. No podías recordar todo lo que necesitabas decirme. Consumió toda tu energía concentrarte en una idea, pero alcanzaste a decirme que había algo bajo tu colchón que necesitabas darme, y no te rendiste hasta que todos tus diarios estuvieron en mis manos. Entonces volví a acomodar las sabanas y te ayude a acostarte en lo que resultó ser la ultima vez. 

Fue a través de tus diarios que aprendí que mi madre había sido una persona diferente a la que yo había conocido y nunca pensé que alguna vez podría conocer a esa persona. Cada vez que iba a casa de visita se retraía cada vez mas dentro de sí misma. Su dolor cambio de forma y textura con el paso de los años, pero infestaba cada habitación de la casa como el hormigueo de la radiación.

El diagnostico de cáncer llegó en 2019, unos meses antes de retirarse. Resultó ser operable, entró en remisión y viviría bien durante otros veinte años, pero nos hizo pedazos a ambas por un buen tiempo. Me tomé licencia del trabajo para ayudarla con su recuperación después de la cirugía y terminamos sentadas en esa misma dichosa playa, observando al sol ponerse entre las ahora abandonadas plataformas petroleras. Apenas intercambiamos palabras hasta bien entrado el crepúsculo.

-Cuando yo empece, cuando te tuve a ti-dijo ella-, mi trabajo era decomisar ojivas nucleares. Me pareció que era una buena manera de seguir siendo útil.

Omitió decir que quería ser útil dado que este era el único planeta que íbamos a tener. Cerró los ojos y suspiró profundamente. Puse mi mano en su rodilla y eso la ayudo a recomponerse.

-Esos bastardos me pusieron a fabricar ojivas nuevas-continuó-.Están armándose de stock por primera vez desde la caída del muro de Berlín, y tuve que seguirles la corriente. Tenía que pensar en mi pensión de retiro. Pero si una de esas bombas llegase a ser usada sobre la gente, yo...

Las palabras se ahogaron en su boca.Las olas negras golpeaban desanimadamente en la costa.

-Todo se esta cayendo a pedazos-dijo ella-.El mundo se va cada día mas al infierno y es difícil imaginarse algo que lo revierta. Ya nadie sabe como sería imaginarse algo así.

-¿Alguna vez escuchaste sobre la propulsión nuclear de pulso?-pregunté-.Es básicamente acelerar una aeronave arrojando bombas nucleares por la puerta trasera y hacerlas explotar. Suena absurdo, pero funciona. En teoría, claro. Podemos usarla para construir una sonda interestelar con la tecnología que tenemos hoy. Coincidentemente, es una buena forma de deshacernos de muchas de esas bombas.

Ella miro detenidamente al mar y asintió-.Lastima que sería extremadamente costoso. No hay voluntad política para algo como eso.

-Aun no-concedí-.Pero suponte que algo aparezca que aporte significativamente a esa discusión. Quizás si se filtraran ciertos secretos. Algo que pudiera cambiar la perspectiva pública sobre qué lugar ocupa la humanidad en el universo.

No parecía sorprendida de que yo supiera sobre el Diente de León.  Si lo estaba no lo dejo entrever.

-Es demasiado peligroso siquiera hablar sobre eso-dijo finalmente resoplando.

Levanté la vista y me quede mirando las ultimas luces.

-Es demasiado peligroso... tener copias digitales de todos los archivos del Proyecto y registros en discos de respaldos ocultos por toda la casa. Pero aun así-agregó.

Empece a reír pero me apretó la mano en señal de advertencia.

-¿Realmente vamos a hacer esto?-susurró.

No podía responder a eso con ligereza. Mas allá de la amenaza que podía terminar con mi carrera y enviarnos a ambas a la cárcel, no había forma de anticipar todas y cada una de las consecuencias de exponer al Diente de León al mundo. Sabía que a la gente le costaría mucho asimilarlo, pero era imposible anticipar cuanto, quizás hasta lleguemos a lamentarlo. Pero me sentí particularmente optimista cuando le respondí.

Durante años había caído en la trampa de pensar que la relación entre tus teorías y las suyas eran una batalla entre la esperanza y la desesperación. Quería creer que ella estaba equivocada y tú estabas en lo correcto; que la velocidad de la luz es un ley que está hecha para romperse, y que las estrellas estarán a nuestro alcance uno de estos días. Me aferré a ese deseo incluso cuando los microprocesadores dejaron de fabricarse cada vez mas pequeños, incluso cuando nuestro único intento de habitar Marte cayó vencido por enfermedades crónicas y  el flujo del polvo, incluso cuando la energía de fusión se resiste obstinadamente a ser viable.

Quizás el Estancamiento sea real. Quizás ya nos estemos acercando al final de nuestra historia tecnológica. He desperdiciado años de mi vida enojada, negando, negociando, y buscando evidencias que pudieran refutarla, la busque en cada manera en que sabía como. Si existe, dudo que yo viva para verla.

Pero al mismo tiempo encontré algo mas, algo que daría lo que fuera por compartir contigo abuela. Porque me gusta pensar que si hubieses sido capaz superar todos tus miedos, decepciones y traiciones quizás hubieras llegado a la misma conclusión, si la tecnología para construir el Diente de León ya existe, eso significa que podemos construir uno propio.

El radio suena en mi cinturón y eso significa que mi tiempo aquí ha llegado a su fin. Pronto escucharé las aspas del helicóptero que vendrá a buscarme para llevarme de regreso, de regreso a la Estación McMurdo, de regreso a los brazos de mi esposa, y al primero de varios aviones necesarios para llevarnos de vuelta a California.

A medida que avanzamos hacia el norte abandonamos el Verano Antártico. El día interminable volverá a ser de noche, pero la oscuridad que cae traerá consigo una luz, mas brillante ahora que cualquier estrella, en las etapas finales de largas décadas de ensamblaje.

Tuviste solo una hija, ella me tuvo solo a mi,y yo no voy a tener hijos propios. Uno de estos días nuestra parte en esta historia habrá terminado, pero si alguna vez me siento mal por eso, lo único que tengo que hacer es levantar la vista para ver como se escribe el siguiente capitulo. Y dice así; 400 contenedores de caldo primigenio con ADN, cada uno envuelto por el calor de la desintegración isotópica; un esfera con púas de cinco toneladas de potenciales biósferas, listas para llevarse la mitad del arsenal nuclear decomisado en la Tierra a cientos de años luz en un viaje interestelar, con destino a potenciales proto planetas.

A veces me gusta imaginar que las personas (por darle algún nombre) que construyeron el Diente de León a su vez copiaron el diseño que sus propios predecesores les legaron, donde sea y cuando fuera que haya sido eso. Imagino que alguien o algo sentirá algún día ese fantasma en la palma de su mano desde el otro lado de una lamina de aleación de berilio hecha en los Estados Unidos.

Para entonces ya habrán pasado billones de años de mi muerte. Pero antes de eso, alguna tarde de primavera, estaré observando como la luz del trabajo de toda mi vida, de la tuya y la suya se desvanece lentamente en la oscuridad, sentada en esa playa donde solían haber veredas con un manojo de semillas en mi mano, con los pulmones llenos de aire, lista para pedir un deseo.

   

Fin.

 

  

  

   

 

 

 

 

 


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